SUMERGIDOS EN AQUEL QUE SE HA SUMERGIDO EN NOSOTROS
¡Queridos todos, el Señor os conceda su paz!
El tiempo cuaresmal que estamos viviendo se caracteriza por una orientación hacia la conversión y la oración. Todos tratamos de esforzarnos por mejorar nuestras relaciones con Dios, nuestro prójimo y nosotros mismos. Si, por una parte, la mirada se dirige a nuestro compromiso y participación activa en el misterio de amor manifestado por Dios en el don del Hijo, por otra, estamos llamados a contemplar cómo Dios, en su infinita Sabiduría, vino a nuestro encuentro sumergiéndose en nuestra humanidad, marcada por la herida mortal del pecado original. El Salvador ha venido a sanar a la humanidad precisamente en aquellas actitudes en las que se ha mostrado rebelde y desobediente desde el principio, por seducción del maligno, ¡hemos sido visitados, redimidos en nuestra humanidad, amados inmensamente! ¡Y esto ha ocurrido no a través de una fórmula, no a través de una teoría, sino de manera concreta con su ejemplo! Un padre a la luz del evangelio afirma: '¿Quieres estar en el centro? ¡Hazte a un lado! ¿Quieres poseer la vida? ¡Piérdela! ¿Quieres subir? ¡Baja! ¿Quieres ser el primero? ¡Intenta ser el último!' ¡¡¡Qué gran misterio!!! ¡Todo esto chirría fuertemente en comparación con las propuestas que nos hace el maligno con la mentalidad del mundo! La Palabra de Dios, Jesucristo, tiene el poder de recorrer los tiempos, de entrar en los espacios y en los corazones creados por Él y pedir aún hoy poder habitar dentro de nuestra humanidad, como aquel bálsamo perfumado y lleno de luz que lleva nuestras almas a la salvación eterna.
Este período histórico que todos estamos viviendo es complejo: vemos divisiones, violencias; los valores fundamentales de la cristiandad son atacados (la familia, la verdad, la vida religiosa), hay respuestas limitadas y poco exhaustivas, incompletas, confusas, impera el relativismo, el individuo está en el centro, casi en el lugar de Dios. Todo esto nos invita a buscar respuestas que den sentido a lo que estamos viviendo, Jesucristo es la única respuesta: ¡Él es nuestro camino, la única verdad y nuestra vida (Jn 14,6), el don supremo que ha hecho de sí es la evidencia más elocuente de la Palabra del Padre! El camino cuaresmal nos da esta gran oportunidad de conversión, dejemos que Cristo, el vencedor, el Cordero inmolado (cf.Ap 5,6) pueda visitar aún nuestra humanidad y cada corazón.
“…ahora también vosotros estáis tristes; pero os veré de nuevo y vuestro corazón se alegrará y nadie os podrá quitar vuestra alegría. En aquel día no me preguntaréis nada más" (Jn 16,22-23). Esta es la alegría y la promesa que nos espera, ¡qué aliento de eternidad! Es Palabra cierta, pronunciada por el Verbo Eterno del Padre, esta alegría será el rostro glorioso y lleno de Luz del Resucitado, que vendrá a nuestro encuentro, nadie fuera de Él puede darnos verdadera alegría y salvación eterna.
¡Buen camino hacia la Pascua, con Cristo!
