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    Hora Santa

    HISTORIA Y DIFUSIÓN

    El origen de la Hora Santa se remonta directamente a las revelaciones de Paray-le-Monial (Francia) y toma su origen del Corazón mismo de Nuestro Señor. Jesús se aparece en 1674 a una “pequeña monja”, Santa Margarita María Alacoque (1647-1690) mientras estaba en adoración; hablando de Getsemaní, le dijo: “Aquí es donde sufrí interiormente más que en todo el resto de mi pasión, al sentirme totalmente abandonado por el cielo y la tierra, cargado con todos los pecados de los hombres… Y para unirte a mí, en la humilde oración que presentarás a mi Padre en medio de todas esas angustias, te levantarás entre las once y la medianoche para postrarte durante una hora, conmigo…”. En esa Hora se la hacía partícipe de la tristeza de Jesús en Getsemaní. Así nació la devoción de la Hora Santa, que se fundamenta en tres pilares esenciales, recogidos en las memorias de Santa Margarita María: la oración reparadora, la unión con Jesús sufriente en Getsemaní y los gestos de humillación. A la luz de este mensaje, muchos hombres y mujeres se adhirieron a la práctica de esta oración y en 1829 nació la Hermandad de la Hora Santa de Paray le Monial, a la que siguieron otras difundidas por todo el mundo. Entre ellas la Hermandad de la Hora Santa en Getsemaní, nacida el seis de abril de 1933, por obra del Custodio de Tierra Santa, precisamente en el mismo
    lugar donde Jesús había vivido aquella Hora "terrible y maravillosa".

    CÓMO SE HACE LA HORA SANTA

    Es una hora de meditación sobre la agonía de Jesús en el Huerto de los Olivos. Se hace rezando vocal o mentalmente, sin necesidad de escoger una oración determinada. El espíritu que guía la oración es compartir con Jesús ese momento: sufrir con Él, revivir su angustia, su combate, su lucha, su resistencia ante aquel amargo cáliz. Pero también se trata de vivir con Él la alegría verdadera, la paz infinita que nace del abandono a la voluntad del Padre, seguros de su Amor por nosotros.


    CUÁNDO SE HACE LA HORA SANTA



    Jesús le pidió a Santa Margarita María que la hora de oración se hiciera el jueves, de las once a la medianoche. La Iglesia, para dar la posibilidad a muchas personas de unirse a esta bellísima devoción, propone poderla realizar también por la tarde. Aquí, en la Basílica de Getsemaní, la vivimos cada primer jueves de mes a las 20:30 h (hora local).

    DÓNDE SE HACE LA HORA SANTA

    Poder rezar la Hora Santa en la iglesia, en presencia del Santísimo Sacramento, nos ayuda y favorece la meditación y la oración. Si eso no fuera posible, cualquier lugar puede acoger la oración. Si nuestro deseo es fuerte, basta recordar las palabras del mismo Jesús: “Entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre
    que está en lo escondido” (Mt 6, 6). Ninguna circunstancia o lugar pueden impedirnos entrar en nuestro corazón para estar con Él.

    PARA LOS INSCRITOS EN LA HORA SANTA DE GETSEMANÍ


    Indudablemente, a quien se inscribe le mueve el deseo de estar “esa Hora” con Jesús y buscará este momento con toda la fuerza de su voluntad y la alegría del corazón. No obstante, la Hora Santa es y sigue siendo también para los inscritos una oración libre, sin la obligación de adherirse a ella cada jueves. Estar con Jesús en esa Hora es la Gracia más grande. Sin embargo, a quien vive esta cita la Iglesia le concede la Indulgencia Plenaria cada vez que hace la Hora Santa, con la condición de acercarse a la confesión y recibir la Eucaristía el jueves o el viernes por la mañana, recitando cinco veces el Padrenuestro, Ave María y Gloria, en una iglesia o capilla pública, según la intención del Sumo Pontífice. Además, cada primer jueves de mes, por disposición del Padre Custodio de Tierra Santa, se celebra una misa en la Basílica de Getsemaní por los inscritos, que se benefician, en comunión con este Santo Lugar, de las oraciones de los Franciscanos de Tierra Santa.

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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