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    LA DIVINIDAD SE HA REVESTIDO DE HUMANIDAD

    Queridos amigos de Getsemaní, ¡el Señor os conceda su Paz! 
    En los últimos meses resuena con fuerza en mí la belleza y el Misterio que el Señor manifiesta en el Evangelio. De forma especial AQUÍ en Getsemaní emerge toda la humanidad que Él quiso asumir siendo la Segunda Persona divina de la Santa Trinidad. Desde la Encarnación en adelante, podríamos decir, la divinidad se ha revestido de humanidad.Un ejemplo es el mosaico del ábside de la Basílica de Cefalú (Sicilia - Italia), en el cual el Pantocrátor manifiesta su realeza y su solemne humanidad en una belleza única. Para ayudar a entender esta maravillosa obra de arte, hay una inscripción que corre a lo largo del arco que delimita el ábside: “FACTUS HOMO FACTOR HOMINIS FACTIQUE REDEMPTOR – IUDICO CORPOREUS CORPORA CORDA DEUS”, cuya traducción es: «Hecho hombre el creador y redentor del hombre creado, juzgo en cuanto corpóreo los cuerpos, en cuanto Dios los corazones».¡El arte se convierte en teología y la teología en belleza que habla! Me parece importante contemplar, con esta luz, al Señor AQUÍ en Getsemaní, con el propósito de aumentar aún más la conciencia del Misterio de salvación que el Señor manifestó AQUÍ… “Entra” en nuestra humanidad hasta el fondo, conoce la amargura, el cansancio, la lucha, la tristeza, el abandono ... pero también el inmenso amor hacia el Padre, en una entrega que ilumina cada ofrenda, tanto oculta como llamativa. Es el Misterio de la Redención, que continúa todavía en la historia global y en nuestra vida personal, como acontecimiento de salvación que se ofrece, ¡incluso para el hombre que aparentemente no parece estar interesado ni en Dios ni en los demás o, peor aún, pisotea a su prójimo, moviéndose en contra, con vientos de guerra, ¡incluso en nombre de Dios! 
    Oramos, pedimos perdón, intercedemos, agradecemos, en el deseo del Señor: "Quedaos aquí, vigilad y orad..." (Mt 26, 38).

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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