P.O.B. 186 9100101, Gerusalemme (Israele)

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    RENOVAMOS LA ALIANZA DEL DIOS VIVO CON NOSOTROS

    Queridos amigos de Getsemaní, paz a todos vosotros. 
    Este mes de julio se caracteriza para nosotros por la solemnidad de la Preciosísima Sangre de Jesús que aquí celebramos con la Misa Pontifical en la Basílica de la Agonía (el uno de julio).Me parece importante hacer referencia brevemente a este Misterio que nos permite reflexionar sobre el gran don de la revelación y de la redención.La imagen de la sangre recorre todo el Antiguo Testamento, nos habla de la relación del hombre con Dios, pero más precisamente de la salvación que Dios ha comenzado con el pueblo de Israel y que se cumple después en la Pascua de Jesús. En el libro del Levítico se dice: “la sangre expía, porque es vida” (Lv 17, 11). De hecho ya estaba en vigor en aquel tiempo la prohibición de probar la sangre de los animales (Lv 17) y el motivo es que en la sangre hay vida, y la vida pertenece solo a Dios… por tanto, solo Dios puede decidir sobre la sangre, el hombre solo puede permanecer en comunión con Dios viviendo los mandamientos y su Alianza. En el A.T., cuando esta comunión quedaba ofuscada por el pecado, era necesario un sacrificio con derramamiento de sangre: la ofrenda de una vida, porque la alianza del hombre con Dios retornase a su integridad.
    Con Jesús, todo esto se cumple, de modo misterioso, definitivo y sapientísimo.Él es el Señor de la vida, Él es quien puede decidir sobre la vida del hombre, sobre Su propia vida. Y es Él quien AQUÍ decide donarla, uniendo su voluntad a la del Padre (Mc 14, 36): es decir, decide derramar su divinísima Sangre en sacrificio por todos. Si en el A.T. cualquiera que bebiera la sangre de otro ser vivo tenía que ser condenado a muerte, aquí es exactamente lo contrario: es precisamente esta Sangre la que da la vida. La Sangre de Cristo se derrama en sacrificio (AQUÍ en Getsemaní “con sudor” como anticipo de la ofrenda de Lc 22, 44) y, por esta razón, la Cruz es el verdadero Altar sobre el cual el único y verdadero Cordero inmolado, víctima y sacerdote, vierte esta Sangre por todos y para siempre (Jn 19, 23ss).En cada Eucaristía, la Sangre de Cristo se ofrece como sacrificio por nosotros. Es ese mismo sacrificio eterno el que nos llega hoy.En este mes, oremos para que este don inestimable se derrame sobre la Iglesia, sobre el mundo y sobre todas las almas, para renovar una y otra vez la Alianza con Dios.

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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