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    UN ABRAZO QUE HACE VIVIR

    Hace algún tiempo, la prensa italiana daba una noticia sobre un hecho que causó revuelo yconmoción en muchísima gente. Se trataba de un recién nacido al que habían abandonado envuelto enuna bolsa de plástico y al que habían tirado a un contenedor de la basura. Una persona, que oyó elllanto del niño, lo recogió y lo llevó urgentemente al hospital más cercano. Los médicos de urgenciastrataron sin interrupción de reanimarlo de todas las formas posibles. Desafortunadamente, fue inútil: elniño recién nacido no dio más señales de vida, estaba morado e inerte, estaba muerto.Una enfermera, tal vez impulsada por la desesperación y el instinto maternal, entre laslágrimas de su grito silencioso, lo cogió en brazos y lo apretó fuerte contra su pecho. Ocurrió loinesperado: el niño se estremeció, se sobresaltó... ¡Se echó a llorar! ¡Un milagro ¡Volvió de nuevo a lavida!Este hecho, un milagro de la vida, incluso ahora logra conmoverme y a nosotros, que vivimosAQUÍ en Getsemaní, nos hace pensar en el Señor y en su solicitud, que aún hoy resuena en este jardín.De hecho, el Señor Jesús, AQUÍ explicita que permanezcamos junto al Padre, AQUÍ se muestrasufriente y desamparado, AQUÍ, entra en lucha, suda sangre (Lc 22, 39-44). Quizá también vosotros,como yo, supongo, pensáis que es Él, AQUÍ, quien necesita amor, quien tiene frío y quien debe serabrazado... ¿Sí? Puede ser... sin lugar a dudas.Os propongo también otra perspectiva teológica: a mí me parece que Dios Padre, en sudesignio de salvación, desde el misterio de la Encarnación hasta el Misterio de su Pascua, para cuyacelebración nos estamos preparando, y ahora, en una liturgia viviente de la historia colectiva ypersonal, nunca deja de abrazar nuestra humanidad con un inmenso amor, para devolvernos la vida.En este mes oremos sobre este gran misterio.  Feliz Pascua, que sea en el Señor 

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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