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    DE JARDÍN A JARDÍN


    DE JARDÍN A JARDÍN                                                                                                  

    Desde el jardín de Getsemaní, el Señor os conceda su paz. 

    A la luz de la Resurrección en este tiempo estamos llamados a percibir cómo el Señor quiere iluminar nuestra cotidianidad. Junto con vosotros en este tiempo, tan precioso y lleno de luz, me pregunto si una vida puede ser suficiente para comprender el misterio de la Redención. Todos nosotros intuimos que el Señor es más grande que nuestros pequeños pensamientos y nuestras ideas estrechas, ¡que seguimos proyectando sobre Él y su manera de actuar! Vuelve la frase de Jesús entregada a Pedro en el Cenáculo: "Lo que yo hago ahora tú no lo comprendes, lo entenderás más tarde" (cfr. Jn 13,7). Todos nosotros estamos llamados a mirar nuestra vida a la luz de su Pascua, de lo que él ha hecho y hará, de lo que él ha dicho y ¡aún nos repetirá! 

    En este mes, además de invitaros a rezar por la Iglesia, que vive esta importante transición, con nuestra oración intercedemos para que el sucesor de san Pedro pueda ser elegido según el corazón de Dios. Os invitamos a no dar demasiado espacio a las manipulaciones mediáticas, sino a orar insistentemente para que se cumpla la voluntad de Dios sobre todos nosotros. Quiero compartir con vosotros dos luces que me acompañan en estos días. 

    Aquí nos encontramos en un 'jardín'. También el lugar más santo de la tierra, donde tuvo lugar la Resurrección, antes de ser conocido como Santo Sepulcro o Basílica de la Anástasis (resurrección), era un jardín. Las excavaciones arqueológicas más recientes lo confirman. Hay un significado material, pero también espiritual: el jardín que el Señor ama habitar es nuestra humanidad, mi persona. Cada uno de nosotros es ese "lugar" en el cual el Hijo de Dios quiere habitar y dar vida, resucitar y ¡abrirse a la luz eterna! ¡Dejémosle entrar! ¡Acojámosle! 

    En el jardín de Getsemaní Jesús pide perennemente: "Quedaos aquí conmigo" (Mt 26,38.41), en el jardín de la Resurrección y en la intimidad del Cenáculo, de un modo totalmente nuevo, afirma poderosamente: "He aquí que estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo" (Mt 28,20). 

    Contemplemos estas pequeñas y sencillas luces que vienen de la Luz del Resucitado, volvamos a su Palabra eterna. ¡Todo pasa, Él permanece! Él conoce nuestras debilidades, nuestros límites, sabe que estamos necesitados. Confiamos en él e invocamos la intercesión de María Santísima que, en el aparente ocultamiento del Evangelio y de la historia sigue guiándonos a todos al Cordero Pascual inmolado, el Hijo del Altísimo (cf. Jn 2,5; 19,28-35). Que la Iglesia sea siempre el reflejo de la verdadera Luz de Cristo resucitado. 

    Sed bendecidos, en el Señor. 

    Hora Sancta

    Somos los hijos de Francisco, custodiamos por voluntad de Dios uno de los lugares más queridos por Jesús: el jardín llamado GETSEMANÍ. Es un lugar único en el mundo: el lugar donde el Señor manifiesta su Sí para siempre con su disponibilidad para entrar donde jamás ha entrado nadie, el lugar donde se hunde en la oscuridad, en su última batalla contra la muerte, por la que la Humanidad siempre ha resultado vencida.

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